El dolor que provoca la pérdida de un ser querido, difícil se olvida. La ausencia se queda presente.
El día de muertos es una celebración importante para nosotros, los mexicanos, la experiencia es tener la oportunidad de sentir la presencia de la persona que perdimos, o eso es lo que nos han hecho creer nuestros ancestros…Una forma sutil que ayuda a disminuir ese dolor que vive en nuestro corazón.
El ritual comienza desde la noche del 27 de octubre, se asigna un espacio de bienvenida, se decora según el presupuesto y cultura de cada familia. Hay quienes si colocan los 7 niveles, otras familias colocan menos, no existe una regla como tal.
Lo importante es colocar todo aquello que le gustaba al difunto, como su comida favorita, lo que acostumbraba a tomar, los objetos de colección, fotografías si es que se tienen.
Adicional se ponen flores de cempasúchil, se tiene la creencia que el aroma guía al espíritu. Se quema copal, para purificar el alma y dar la bienvenida. Se hace un arco de flores, que representa la puerta de entrada al inframundo.
Y claro no puede faltar el delicioso pan de muerto, el cual tiene origen desde la conquista, este surge como símbolo del sacrificio de las doncellas, en un principio se caracterizaba por ser un pan de trigo con azúcar roja, con el paso de los años la receta se ha modificado en sabor, textura y color, pero la tradición aún perdura.
Se cree que se debe de colocar un pan por cada difunto que tiene la familia, sin embargo por cuestiones económicas muchos altares no siguen este protocolo.
Y
tal vez te estás preguntando ¿por qué noviembre? ¿Quién lo determinó? Las
fechas se asignan después de las pestes que se originaron en el siglo XIV en el
primer mundo, noviembre fue un mes de plegarias, dedicadas a todos los caídos
por la enfermedad.
Mientras tanto en México, (antes de la conquista) la cultura mesopotámica rendía culto a los muertos en el noveno mes del calendario solar mexica, que en el calendario actual es el mes de agosto, y al mismo tiempo celebraban también el final de la cosecha de calabaza, maíz, frijol y garbanzo, semillas que se daban en ofrenda a la Dama de la Muerte, hoy conocida como La Catrina.
Los investigadores deducen que esta celebridad se convierte en nuestras raíces por el ritual que se realizaba al sepultar un muerto, le acompañaban con todo lo necesario para el largo viaje que tendría y después de un cierto periodo le señalaban el camino para que volviese a casa.
En fin…noviembre es un mes que nos hace recordar a todas esas personas que ya no están en este plano. Recordamos todo lo maravilloso que era y nos lamentamos la falta de esa persona que nos hacía reír, que nos daba un consejo, que nos ayudaba a solucionar un problema, que incluso nos escuchaba… pero en el momento que lo teníamos en vida hacíamos lo imposible por no estar con esa persona.
Por eso tenemos que disfrutar al máximo cada día que despertamos y disfrutar cada momento con los seres queridos, por que el día de mañana que ya no estén comenzamos a sufrir, todo se derrumba dentro de nosotros.
Recordamos ese momento en que tuvimos la oportunidad para hacer de lado los rencores, resentimiento, odio, frustración ¿ya para qué? Solo queda conformarnos con saber que cada año vienen de visita y que aunque no los vemos, los podemos sentir.
Y bueno…así seguirá esta tradición hermosa, recordando a los ausentes cada 1 y 2 de noviembre, espero y la catrina se entere de que vivencias en letras está presente. Esta última frase, es una calaverita literaria, común para la ocasión, suelen sonar como burla, chiste, pero esa no es la intención, de alguna manera buscamos el lado de bueno de lo que sucede.