¿Sientes
que el dinero no te rinde, que se va de tus manos rápidamente, que tienes que
pagar las facturas del hogar, comer, vestir, calzar y muchos otros gastos, que
al final acaban con tu quincena y ahorros?
¿A caso, tus creencias influyen en
que el dinero no te rinda?
Para la mayoría de las personas, el dinero
es un tema más embarazoso que el sexo.
¿Has notado cuán difícil es dar dinero a
ciertos individuos que viven a pan, agua y calle? ¡Se ponen como locos! Algunos
se hacen los difíciles para aceptarlo, otros se enojan y pocos quieren hasta
más. Sus típicas frases son: “No enserio, no lo necesito”, “No necesito tu
dinero, estoy bien”, “Gracias, que Dios la bendiga”, entre muchas más.
Otros que no somos vagabundos, tenemos una
seria dificultad para hablar de dinero. Cuando le prestamos a un amigo o
familiar, obviamente que es parte de nuestro presupuesto de gastos y cuando
necesitamos recuperarlo, no sabemos cómo pedirlo: Tartamudeamos, le damos
vuelta al asunto, algo así como “Bueno yo… Quería decirte que…. No es que te este
cobrando pero… Me preguntaba si… y así con mucha vergüenza pedimos aquel dinero
que nos pertenece ¿Cierto o no?
En vez de preguntar de manera amable:
“Disculpa, ¿puedes devolverme mi dinero?, aunque esta es la frase terminal de
una buena amistad, las personas se molestan en serio cuando les cobras. Pero
esa actitud, a ti no debe de importarte.
Tienes que aprender a convivir con el
dinero, a sentirte a gusto con él.
Recuerda que si te sientes incómodo en una
relación, en un empleo o con alguna actividad, tarde o temprano terminarás apartándote.
Si te sientes incómodo con el dinero, te pone nervioso simplemente de hablar de
él, te fastidia o te desencadena una serie de preocupaciones; tarde o temprano
te apartarás de él. No es que lo hagamos conscientemente; si algo nos molesta,
lo evitamos de manera inconsciente.
¿Pero eso que tiene que ver, con que el
dinero no me rinda?
Tiene una estrecha relación, el dinero con
tus creencias. La cantidad de dinero con la que actualmente cuentas en tu
billetera, bancos o inversiones, refleja tu sistema de creencias. Cuando tu
imagen propia no va de acuerdo con tu economía (lo que realmente tienes),
resulta más fácil cambiar esos dígitos, endeudándonos más, pidiendo dinero prestado
o comprando a crédito que sobrepasa la cantidad de lo que realmente ganamos.
Con salario o sin él, tus creencias
determinan la prosperidad. Por ejemplo: quienes ganan la lotería creen que el
dinero resolverá sus problemas. Sin embargo, al cabo de unos años la mayoría
adquiere más deudas que las que tenía antes de recibir su premio. ¿A qué se
debe esto? A que son personas que adoptan un estilo de vida que no es acorde a
sus bolsillos, y siempre han repetido la típica frase “siempre estoy quebrado” y
esto es una afirmación negativa, y las
afirmaciones se graban en el subconsciente al igual que las positivas, ahora
imagina, analiza y piensa, ¿qué hace esa frase en tu mente?
Otro ejemplo es cuando somos padres, y los
hijos piden muchos juguetes o golosinas, e inmediatamente contestamos: “niño,
el dinero no se da en los árboles”, “piensas que hago billetes”, “el dinero no
alcanza”, desde aquí estamos programando la mente de nuestros hijos, y de
grandes tendrán serias dificultades para tener dinero ahorrado.
Es más
complejo, pero más sano, enseñarle a los niños el sistema de ahorro, inversión,
presupuesto: cuánto debemos gastar y crearle una cultura financiera, las
palabras tienen poder, y es muy importante decir las palabras correctas.
Para obtener y conservar algo en tu vida debes sentirte a
gusto con ello. PARA GANAR DINERO Y CONSERVARLO, ¡DEBES SENTIRTE AGUSTO CON ÉL!
Otros sienten culpa y creen que “si tienen
mucho dinero, a otros les faltará”
Esta es la creencia más absurda de todas. El
hecho de tu tengas un poco más que los otros, créeme que no les faltará, al
contrario, al tú ser prospero, puedes adquirir servicios de las demás personas.
Y así beneficiarse todos. No obstante, muchos crecemos creyendo que ser
prósperos es malo porque privaríamos a otras personas. ¡Eso es una total
locura!
La prosperidad no tiene porqué lastimar a
los demás; puede favorecerlos. Así que a partir de hoy siéntete a gusto con el
dinero y cambia ese sistema de creencias que te hacen tener temor hacia él, ya
sea por ganarlo, gastarlo o perderlo.
Seguramente estás pensando en todas las
variables económicas y financieras, y aun no logras cuadrar la información. Lo
mismo me pasaba, mi sueldo era bueno, y sin embargo nunca me alcanzaba el
dinero y eso que era soltera, un día mi novio me preguntó que en qué me acaba
el dinero, que siempre andaba pidiéndole prestado. Y le contesté que el dinero
nunca me alcanzaba, y eso que él ganaba mucho menos que yo, y él siempre tenía dinero
ahorrado y en inversión, ¡qué curioso!
Así que le pregunté cuál era su secreto, y
me dijo que “tenía que aprender a vivir
conforme mis bolsillos”, y comencé a hacerlo, cambié mis creencias
referentes al dinero. Y aprendí a merecer y a recibir.
✓Revisé mi lista de gastos, quité los que
no eran necesarios.
✓Dejé de vestirme para la gente y comencé a
vestirme para mi, para sentirme cómoda y bien.
✓Dejé de pensar que era muy difícil vivir
con un sueldo bajo.
✓Cambié mi alimentación y los lugares donde
surtía la lista de la semana.
✓Dejé de comer en la calle y comencé a
preparar mis alimentos.
✓Dejé de comprar “detallitos” para las
amigas, quien quiere tu amistad, la tiene sin esperar algo en especie o
efectivo.
✓Aprendí a pagar las cuentas, sin quejarme,
eso ayuda a que el dinero regrese a ti más rápidamente.
✓Dejé de invertir en suplementos
alimenticios para mantenerme en forma (delgada), ahora consumo alimentos
naturales.
✓Dejé de sentir la necesidad de “comprar
todo el súper” porque en casa hace falta.
✓Aprendí a casar ofertas y promociones, no
por miserable, si no por ajustar el presupuesto.
✓Comencé a programar mi mente, con
pensamientos positivos y asertivos. Esto ayuda a que las envidias no te
perjudiquen.
✓Aprendí a consentirme sin gastar mucho.
Aun sigo en el proceso de aprender y de
cambiar mis creencias sobre el dinero, mis creencias sobre el ahorro y la inversión.
Ahora no me intimida hablar de dinero, si alguien me ofrece una gratificación,
la acepto. Si alguien me brinda un obsequio lo acepto. Cuando me piden dinero prestado
y no logro ajustar mi presupuesto, simplemente soy franca y digo: por ahora no
puedo prestarte dinero, lo siento. Y si alguien me debe, lo cobro sin titubear.
El tema del dinero, ya no me intimida, aunque en ocasiones si me da vergüenza cobrar
lo que me deben.