Reflexion

La industria nos ha convertido en personas materialistas, nos han esclavizado a las compras diarias y nosotros lo aceptamos, porque siempre estamos buscando la forma más rápida de satisfacer deseos antes que cubrir necesidades.

Te comparto una breve historia sobre una familia materialista, que perdieron su tiempo en vivir de apariencias, olvidándose de lo que realmente les hacía feliz, espero te sirva para que analices y no te suceda a ti o a alguien que aprecies mucho. 

Y así comienza la historia...

Un amigo de papá, que es capitán de un lujoso yate, cada vez que tenía oportunidad pasaba a visitarnos, y siempre le escuchaba decir lo miserable que era su vida a pesar de tener un empleo bien pagado. 


El sueldo que él percibe es de 2,000 dólares al mes, vivía en casa con su esposa y dos hijas, pero cada seis meses las visitaba, eso significa que solo las abraza dos veces al año. Todo el tiempo estaba arriba del yate viajando por el Pacífico. 

Ganar esa cantidad aquí en México, y precisamente en el estado de Guerrero, es una bendición, ya que el sueldo promedio es de 300 dólares al mes. Sin embargo a esta familia, esa cantidad de dinero no le alcanza. 

Para mi suerte, un día nos encontramos en el supermercado del pueblo, y nuestro carrito de compras estaba más lleno que el de ellos, y se avienta su frase salvadora: ─Hermano, todo está bien caro, los que somos pobres, más cosas necesitamos. 

Mientras nosotros hacíamos la compra de la semana, ellos solo hacían la compra del día, llevaba un aproximado de 10 artículos, eran atunes, sardinas, quesos, aceitunas y un corte, según él, todos los artículos eran de muy alta calidad y solo en eso se gastó más de 300 dólares, está bien cada uno sabe cómo repartir su presupuesto. 

Sus hijas recibieron una educación "de calidad", a estas alturas no se nota mucho, ya que tienen una vida común, nada diferente al resto de los que no lograron una carrera universitaria. 

El amigo de papá, vive en el vecindario más grande del pueblo, fue el lugar más económico donde se pudo adquirir un departamento. Hasta la fecha sigue quejándose, su esposa falleció hace unos años, sus hijas se casaron y ahora en la ofrenda de Día de muertos, cada 2 de noviembre le coloca sus latas de lujo y abre su botella de vino más costosa.  

Después de que su esposa partió, procura pasar más tiempo en casa, mantiene comida en la ofrenda a su difunta mujer, durante todo el año. Frecuenta muy poco a sus hijas, ahora son ellas las que no tienen tiempo, tienen un trabajo que atender, un esposo, unos hijos y solo ganan el sueldo promedio. 

Lo triste de esta historia es que, cuando el señor estaba en casa, su esposa aparentaba una vida de lujo, le acompañaba a comer sus alimentos de alta calidad, que en realidad es más saludable un alimento orgánico que algo procesado. 

Pero cuando él se iba de viaje, a ella la podía frecuentar en el mercado del pueblo, le gustaba comprar pescado recién capturado, vegetales cosechados por los campesinos del pueblo, era muy humilde, amable y sonreía más cuando él no estaba. 

Incluso pasaba a los tacos de barbacoa de la esquina, se llevaba sus tamales de hoja de plátano, se compraba su esquite en el carrito de la plaza principal y era una mujer totalmente diferente. 

Cuando el señor se enteró de lo que ella hacía en su ausencia, se enojó, le prohibió amistades comunes y fue cuando ella comenzó a enfermar, le detectaron cáncer, invirtió mucho para salvarle la vida, pero no funcionó y ella solo le dijo que: 

―Le agradecía por todos los objetos que le llevó, que ahora le tocaba a él cuidarlos, que le agradecía por esas dos visitas cada año, que le agradecía por el techo que tenían, por la ropa de marca que siempre portaba aunque no le gustara, que le agradecía por sus maravillosas hijas y por enseñarle que se puede comer pésimo aun siendo rico. 

Queda claro que la señora no fue feliz a su lado, vivió bajo su sombra por más de 25 años, él jamás preguntó qué le gustaba y si ella le decía, él la callaba diciéndole que: ― la gente corriente, ni con todo el dinero cambia. 

Respeto la forma en que cada uno vive su duelo, sin embargo aún me pregunto ¿de qué sirve que él ya tenga tiempo?, siempre lo tuvo, pero no le gustaba llegar a casa, se quedaba con los patrones en el yate, comía gratis y bebía champagne todos los días. Ahora que no tiene a su familia, dice que la maldita vida es injusta. 

Se sienta en un sillón afuera de su departamento, es primera planta, y se come 5 aceitunas, le toma al vino, y el resto lo pone en la ofrenda, ¿de qué sirve? , ella ya no está presente, esa comida ya no le es necesaria, además nunca le gustó. 

Reflexión

Lo poco o mucho que tenemos, lo agradecemos pero no es suficiente, nos mantenemos en un estado de insatisfacción. 

Las cosas materiales han tomado más valor, valen más que el mismo tiempo, que los momentos que compartimos y podemos regalarnos. 

Vivimos los días pensando que ya habrá tiempo para cumplir con cosas pendientes como visitar a tus padres, pasar más tiempo con la pareja, convivir más con los hijos en cada una de sus etapas. Siempre encontramos excusas, para eso somos buenos, ante una solución, siempre tenemos 100+1 de excusas. 

Y tal vez digas que no conozco tu vida y tienes razón, pero no necesito conocerla para decirte que: todo lo que en este momento tienes bajo tu propiedad: tu empleo, tus objetos acumulados, tu ropa, tus muebles, todas tus pertenencias, tu pareja, tus amigos, todo...cuando sea tu momento de partir y dejar de ser materia para convertirte en energía... todo se va a quedar aquí, y si te los llevas a la tumba, no los vas a poder utilizar. Esta es una realidad de la que tu, ni yo, ni nadie puede escapar. 

Todas las cosas materiales pasarán a otra persona, ya sea porque las dejas en herencia y después se venden, se donan, se regalan, tus amigos buscarán nuevas amistades, tu familia sentirá ese hueco que dejaste, pero tienen que aprender a vivir con el dolor y seguir su camino. 

La vida es tan corta que cuando le pongo fechas a mis metas, entiendo que me hacen falta años para cumplirlas todas. 

Y muchos me dirán, pero Jeanette, Dios es la salvación, y no se los voy a negar, en él se puede encontrar la paz mental que tanto buscamos, cualquiera que sea tu religión. Pero eso no va a impedir que un día se desintegre tu cuerpo y tengas que pasar al siguiente nivel. 

Y el echo de que seas consciente de los pocos años que tienes para jugar esto que se llama vida, no te da lugar para que tomes una manta y te sientes a esperar a que pasen los años, tienes derecho de hacerlo porque es tu vida, pero no debes, porque te perderías de grandes cosas que puedes construir y dejar en la memoria de muchos.