Historias cortas de duelo

Hace unos años conocí a una mujer de corazón roto, era mi vecina de casa. Algunas tardes salía a caminar al gran jardín y tenía la fortuna de platicar con ella, con lo poco que me platicó, en mi mente se ganó ese título, la mujer de corazón roto.

Había perdido a su hijo cuatro año atrás, una mañana salió el joven a trabajar y jamás volvió a saber de él…


Lo buscó en casa de todos los familiares, nadie sabía sobre su paradero.

Llamó a su celular, jamás contestó. Preguntó en el trabajo, jamás llegó ese día. Fue a la central de autobús y no le dieron respuesta, visitó amigos de su hijo para saber si estaba con alguno, nadie lo había visto.


Una madre desesperada, buscaba por todas partes y no encontraba a su hijo. Agotó todas las posibilidades y antes de terminar el día, fue a buscarlo a la delegación… allí tampoco estaba…Tenía que esperar 24 horas más para reportarlo como desaparecido.


El dolor crecía cada segundo, el llanto se mantuvo en su rostro, la impotencia de no saber dónde estaba…era una mamá mágica, siempre encontraba todo lo que su hijo perdía, y ahora su hijo es el que estaba perdido.


Llegaron las 24 horas de espera y su hijo no llegaba a casa, nadie sabía noticias sobre él. Desconsolada la madre, fue a levantar un reporte de desaparición, llevó la foto más reciente y la publicó en las calles de la ciudad, realizó brigadas con sus familiares para que se publicara la foto en las calles de todo el estado.


Nadie lo había visto…Pasaron diez días y la Fiscalía no tenía una respuesta.


Como toda madre desesperada, hizo marchas pacíficas, hizo bloqueos en las dependencias de gobierno, cerró carreteras federales del estado…nada dio resultado. Se llegó el mes y su hijo no había dejado rastro ni señales para poder encontrarlo.


Se desvanecía del dolor, ese dolor que no se quita con una pastilla, ese dolor que no tiene cura hasta que encuentras a tu hijo o hija perdida.


El dolor la llevó a la locura, o al menos eso dijo su esposo. Todas las noches soñaba con su hijo, que él, le hablaba y le decía que estaba vivo, pero que jamás podía volver por seguridad de ellos…será cierto o solo era una ilusión de su mente, eso nadie lo sabrá.


Con el paso de los meses, tuvieron que internarla en una clínica psiquiátrica, estuvo dos años allí.


Ella jamás estuvo loca, solo era una madre desesperada por encontrar a su hijo. Una madre que sin fuerzas, seguía buscando. 


Una madre que no se da por vencida y tiene la esperanza de que su hijo aún esté con vida. 


No hubo cuerpo, no hubo restos, no hubo algo que le comprobara que él ya no existía.


Han pasado doce años y su hijo aún no aparece, ella sigue con la esperanza de que un día llamará a casa, llamará a un celular, enviará una carta o alguna señal enviará.


En casa aún se conservan sus pertenencias, a la espera de su regreso. 

¿Algún día volverá? 

¿Algún día llamará? 

¿Aún estará vivo? 

¿Qué le sucedió? ...


Quien estuvo con él esa mañana, tiene esas respuestas.

La desesperación de una mamá por no encontrar a su hijo desaparecido

Siempre es mejor saber que tu hijo se encuentra bien, 
aunque esté ausente en casa. 
Que vive… 
que todas las mañanas se levanta para iniciar su día.
 
Que es feliz, que tiene una chica o un chico con quien compartir su vida. 
Que aunque esté muy lejos de su madre, se encuentra bien.

Historias como esta, suceden a diario

La lista de personas desaparecidas va en aumento, no se respeta género o edad, tampoco clase social. 

¿A dónde van los desaparecidos?