En este artículo quiero compartir contigo un tema que todos, en algún momento de nuestras vidas hemos sentido: la desesperación.
Es una emoción poderosa, una fuerza que impulsa nuestras decisiones, que nos lleva a hacer arrebatos, que nos abre el camino para cometer errores. Y reaccionamos hasta que ya hemos avanzado demasiado.
Sin duda, la desesperación, nos lleva a tomar decisiones precipitadas y arriesgadas en busca de una salida, y es precisamente sobre ese aspecto que quiero reflexionar contigo.
Lo primero que quiero decirte es que no es malo sentir desesperación en algún momento de tu vida, es lo más normal sentir esta emoción, y puede presentarse cuando se tienen problemas financieros y las deudas aumentan, cuando tu relación se desmorona y no puedes hacer más, cuando se pierde el empleo o tu negocio no prospera, cuando algún familiar, amigo o conocido, te causa serios problemas, o cuando una enfermedad invade tu cuerpo y no tiene mejora.
Es obvio que estar en una de esas posiciones te hace sentir mal, y dejamos que la desesperación se apodere de nuestra mente y comience a gobernar nuestra vida, porque estamos permitiendo que el miedo y la ansiedad tomen el control de nuestro día. Y es aquí donde corremos el riesgo de tomar decisiones impulsivas que pueden llevarnos a perder aún más en lugar de encontrar una solución que nos lleve a ganar y sentirnos bien.
Y durante nuestra etapa de desesperación, intentamos buscar salidas rápidas, soluciones instantáneas a nuestros problemas, por el simple hecho de que buscamos un alivio de inmediato, y por eso tomamos atajos, que en realidad nos hacen perder más de lo que ganamos.
Por ejemplo, cada día surgen más personas, que se aprovechan de la desesperación y la necesidad de otros para promover esquemas fraudulentos, como la promesa de ganancias rápidas a través de inversiones en criptomonedas, la promesa de grandes préstamos de dinero con el mínimo de requisitos, la promesa de grandes ganancias por la venta de un producto. Y muchas situaciones similares suceden a diario, que sin evaluarlo nos arriesgamos por obtener una salida hacia unas finanzas saludables, que al final terminamos hundiéndonos más en una crisis financiera.
La clave para evitar perder por la desesperación es la reflexión. Cuando te encuentres en un momento de desesperación, es necesario detenerte, respirar profundo y dejar de actuar para encontrar la solución.
Antes de seguir buscando la solución a tu problema, siempre hazte estas tres preguntas y respóndetelas:
- ¿Qué estoy tratando de lograr con esto que hago?
- ¿Cuáles son las consecuencias a corto y largo plazo que me va a atraer lo que estoy haciendo?
- ¿Puedo explorar otras opciones antes de tomar una decisión irrevocable?