Vivir con baja autoestima, realmente es un problema que requiere atención y preferimos ignorarlo, ya sea por falta de información, porque creemos que ya se nos pasará y muchas excusas más, sin embargo vivir en baja autoestima te lleva a perder el control de tu vida, te creas una coraza que poco a poco, te hace perder la motivación para despertar cada día y dejas de atesorar esos pequeños momentos que son muy valiosos en nuestras vidas.

Persona en soledad

La baja autoestima no respeta género, por lo que hombres y mujeres sufren igual. El problema se puede presentar en cualquier etapa de la vida, se hace más fuerte cuando creemos que hay alguna imperfección física.
 

La baja autoestima se lleva gran parte de tu vida y tú ni en cuenta. En un instante te despoja la confianza que tienes hacia ti, llevándose oportunidades de crecimiento laboral y personal, termina con grandes amistades y le da paso a la insatisfacción, a la infelicidad.


Sentirse infeliz es lo peor que le puede suceder a un ser humano, porque de allí parten enfermedades, desequilibrio mental y lo más delicado, la depresión.


Sentirse muerto en vida, es el más duro castigo que nos podemos ofrecer, dejamos de ver la realidad tal como es, y creamos un mundo de expectativas donde solo existimos los que estamos dañados.
 

La baja autoestima es como subirte a la montaña rusa sin asegurar tu silla y con el cinturón abierto. —Jeant Gómez


Mujer triste

Te puedo compartir una lista enorme de todo lo que te hace perder el tener una baja autoestima, sin embargo he seleccionado 7 cosas que creo son importantes y que así como a ti o a mí, a cualquiera se le pueden ir de las manos. 


1.- La capacidad para tomar decisiones asertivas.

Cuando el pensamiento se nubla, es difícil pensar en decisiones que nos ayuden, comenzamos a tomar decisiones erradas, una tras otra sin parar, buscamos excusas para demostrar que es correcto todo lo malo que hacemos, a eso yo le llamo autodestrucción…odiamos tanto al yo interno, que solo queremos destruirlo.


2.- La fe y la esperanza.

Dejamos de creer en las personas, seguramente porque “el mundo nos ha fallado”, “porque el mundo nos ha gritado e insultado”. La esperanza de un mañana ya no existe más, solo vivimos al día, sin esperar algo a cambio mañana. 

Los sueños se quedan guardados en un cofre en la profundidad del alma. Incluso hay personas que dejan de creer en ese ser divino que llamamos Dios. Dejan de rezar, dejan de pensar en que algo bueno vendrá.

Perder la fe, es perderlo todo, porque dejamos de creer en todo lo bueno que pueda suceder, sin fe la esperanza no existe.


3.- La responsabilidad y el compromiso.

Cuando la autoestima baja, las cosas dejan de tener importancia. Comenzamos a dejar todo para “al ratito” y se convierte en días e incluso meses. Prefieres entretener tu mente en otra cosa, solo quieres que sea algo diferente al objetivo o actividad que tenías planeada.

Te olvidas de tus compromisos, citas importantes, salidas con amigos o amigas. La familia se vuelve una carga, todo comienza a pesar. No quieres que te manden o te pidan un favor, solo quieres que el día termine para avanzar deprisa. Una situación así, seguro no te favorece, tus relaciones sociales, tus amistades, tu familia, todo se comienza a fracturar. 


4.- La confianza en ti.

Hay muchas formas que te llevan a perder la confianza en ti. No importa cuántos errores cometas, jamás dejes de creer en ti.

Tener baja autoestima apaga tu luz y te generas la idea de que todo lo que haces, lo haces mal.

Te planteas sueños, te imaginas una vida maravillosa, abundante, hay muchas metas por cumplir, pero…No avanzas en tus objetivos, haces todo lo posible por entretenerte en otras cosas y crees que es muy pesado hacer realidad tus metas, todo se convierte en una carga sobre la espalda que no te deja avanzar.

Perder la confianza en uno mismo, abre el camino a la desesperación, al miedo, a la frustración, al rencor.


5.- La humildad y la sensatez.

Tener baja autoestima te llena la mente de ideas vacías. Te hace perder la cabeza. Se genera una batalla de voces en tu interior que te dicen qué hacer y qué no hacer para evitar errores, burlas, críticas o comentarios malos.

Los momentos sencillos dejan de tener valor, necesitas que todo sea extravagante para sentir satisfacción. Prácticamente nada te llena, te imaginas un mundo que no existe. La soberbia y la arrogancia ganan terreno en tu mente y corazón.

Humillar se convierte en un arte en tu vida, tu voz se disfraza de agresividad y violencia. Todo lo que sucede a tu alrededor deja de tener importancia.

Pensar con claridad es parte de tener una autoestima elevada.


6.- La seguridad.

Prefieres depender de otras personas, prefieres que los demás vivan a través de ti. Una vez que has perdido la confianza que había en ti, la inseguridad se convierte en tu compañía, dejas de ser quien eras o jamás te conviertes en esa persona que tanto anhelabas ser.


Vivir con inseguridad, es vivir con la cabeza agachada, es callar tu voz y esconder tus palabras. Es soltar todos los sueños y tirarlos al aire para que se desvanezcan.

Lo que te roba la autoestima

7.- La felicidad.

Muchos creen que la felicidad es un secreto, para mí es un estilo de vivir, porque no se encuentra al final de un camino, no es una meta a la que tienes que llegar o un premio por el cual tienes que competir.


La felicidad proviene de la calidad y satisfacción de tus pensamientos. Y es casi imposible pensar claramente cuando tenemos baja la autoestima. Recuerda que cuando no hay amor en tu corazón, no puedes repartir amor a los demás.


Ser feliz es lo que todos buscamos, pero no sabemos cómo o dónde encontrar, creemos que cuando  el dinero abundante llegue seremos felices porque vamos a poder arreglar los desperfectos físicos con algunas cirugías y no es así, creemos que cuando el tiempo pase ya seremos felices y tampoco es el camino.


Cada día cuenta, nuestra tarea es hacer único cada día que pasa, aprovechar el tiempo al máximo. Hacer mucho en un día es posible, disfrutarlo, sentirlo, abrazarlo, apreciar el tiempo es saber vivir, saber vivir es saber ser feliz con lo poco o mucho que se tiene sin estar a la espera de algo para sentir felicidad. 


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